Hoy que el comunismo (como
ya en 1848, cuando fue publicado el famoso manifiesto de Marx y Engels) es
predicado por la escuela autoritaria del socialismo, sin tener para nada en
cuenta la natural igualdad sometiendo por la fuerza a los hombres y confiando
la acción coercitiva a un gobierno dictatorial, es conveniente subrayar que los
anarquistas no tienen nada en común con tal comunismo.
Luigi Fabbri, epígrafe
dedicado a mis excompañeros del CGH
En estos días, he visto por la
calle a las personas más introspectivas y cabizbajas. Creo que cada quien está
haciendo su propio balance desde sus propias realidades. Esta es la mía, no
pretendo adoctrinar a nadie ni erigirme como el profeta mamón de la caverna
(profetas ya hay muchos y son nefastos). Desde lo alto del trapecio caminamos
todos, algunos con más pelotas que malabarear que otros.
Un poco de contexto
Antes de conocer el anarquismo
(que plantea librarte de todo dogma) era un comunista de segunda generación.
Los arrullos que me cantaba mi madre eran canciones interpretadas por Violeta
Parra o Amparo Ochoa (como esa del negrito que está durmiendo y llega el diablo
blanco y le come la patita). Cuando era un púber, había un librero en mi
cabecera donde dormitaban las obras completas de Lenin, Marx y otros barbudos.
Infancia es destino.
Años más tarde, participé en la
huelga de la UNAM (1999-2000), pocos meses, lo admito, pero los suficientes
para entender la dinámica de un movimiento estudiantil con todos sus vicios y
virtudes. Pernocté varias noches afuera del Reclusorio Norte y del Consejo
Tutelar para Menores, hasta que salieron la mayoría de los huelguistas presos.
Era el sexenio de Ernesto Zedillo, el último presidente priista. 12 años
después, los jurásicos regresarán al poder.
Perdimos todos, menos el PRI
Es difícil para mí sentir empatía
con aquellos que confiaron en lo que la partidocracia vende: falsas ilusiones,
y ahora se sienten defraudados por una operación inmoral de compra de votos,
pero legal según las leyes supremas que confeccionaron ellos mismos, incluso
los puritanos que ahora quieren limpiarla. En esta elección, el único ganador
fue el PRI. La gente que vendió su voto por una tarjeta de Soriana, ignora que
lo pagará con IVA. Los periodistas refor y demócratas que se hacen de la
vista gorda también pierden porque junto con la partidocracia y los ciudadanos
que se dejaron comprar, tendrán que asumir el costo de solapar la abyección del
ya de por sí abyecto sistema político. Lo que ellos no ven, es que la cultura
de la corrupción también le sirve al narco, que el crimen organizado se nutre
de corromper policías y que si para ellos eso es la “normalidad democrática”,
no vengan después a gritar histéricos que hay que cerrar filas en la lucha
contra la delincuencia, porque para ellos la corrupción es normal.
Pierde también el electorado que
se dejó corromper y vendió su voto por una despensa amarilla, azul o tricolor (aunque
hay que admitirlo, los del PRI son sus maestros, por eso supieron arrebatarles
la presidencia con el truco más viejo). En este mundo no hay inmaculados, y si
los hay, no están en la política partidista.
Nuestros hermanos menores
En medio del advenimiento de la
República del Teletón, está la ternura de los estudiantes del #YoSoy132. He
visto en estas semanas truculentas cómo han sido atacados por grupos de
izquierda, de derecha, de centro, supuestos librepensadores, maoístas,
tecnócratas, periodistas rabiosos, policías, porros del PRI, grupúsculos de
activistas cuarentones que se sienten con autoridad moral para convocar a una
huelga nacional, cuando no pueden ni combatir al charro de su sindicato. Y ahí
siguen. Son la ternura beligerante. Ellos saben con qué recursos cuentan y
hasta dónde pueden llegar. Por eso no es raro que atraiga a los grupos
advenedizos de siempre, que ven una revolución en cada coyuntura, pero que no
son capaces de construir nada (salvo honrosas excepciones).
Si mantienen la unidad, dentro de
su propia dinámica pueden crear propuestas autogestivas, como ya lo han venido
haciendo con las células informativas de su grupo de medios. Incluso, (aunque
estoy en contra del reformismo que no resuelve nada y sólo coloca parches en
las leyes para que todo siga igual), los estudiantes podrían empujar un pliego petitorio y presionar al poder para cumplirlo al pie
de la letra. Son ideas que se me ocurren al aire ni son las mejores ni son
definitivas.
A #YoSoy132 les advierto:
cuídense de los irresponsables, carguen la bandera que carguen, desconfíen de
los mayores de 30 que sólo busquen empujarlos a las vallas de la policía, del
marxismo-leninismo de vena autoritaria, de los que les vendan revoluciones
fáciles o uniones obrero-campesinas sin sustento (recuerden que el PRI tiene a
la CTM y Antorcha Campesina, y el PRI no es el Partido Comunista). Sean
críticos con todo y con todos, porque esa es la verdadera libertad de
pensamiento.