13 marzo, 2012

Las cinco bandas más sobrevaloradas de los últimos tiempos


A todo le pones pero, su blog de confianza, les trae el Top 5 de los grupos que consiguieron éxito a pesar de su música anodina o de plano apestosa. Disfruten.


5. Justice


En serio, ¿qué ofrece este dúo que no hayamos escuchado antes? Carecen de la genialidad de Daft Punk (sus maestros), tampoco tienen el ingenio y colmillo de los Chemical Brothers, la claridad técnica de DJ Shadow, la elegancia de Massive Attack o de perdida el toque popero/comercialoso de Fatboy Slim. Sí, su disco significó una sorpresa comercial (gracias a D.A.N.C.E. y DVNO) y un éxito en fiestas y antros cuando salió, pero ¿quién los escucha ahora? Y lo peor de todo, son insoportablemente pedantes. Basta con escuchar el volumen de los micrófonos dedicados a las ovaciones del público en su disco en vivo A Cross the Universe, álbum que, además, prueba lo insustancial y rígido de su propuesta musical. Su capacidad para hacer remixes no es suficiente como para nombrarlos una “gran banda”, en este caso tendríamos que llamar así también a cientos de retocadores que pululan en la industria. Son simplemente un par de chicos que se divierten con sus Macs y demás juguetitos para hacer música electrónica, nada más.



4. The Rolling Stones

Estos júniors ingleses son prueba viviente de cómo el rock clásico viajó del esplendor a la decrepitud en pocos años. Inspirados, sin duda, por su (supuesta) rivalidad con The Beatles, en sus inicios consiguieron varios discos que causaron tremores entre la juventud de la época. Eran los “malos”, los “oscuros”, sus “satánicas majestades” únicamente porque tenían un look más atrevido que el afresado cuarteto de Liverpool y se atrevían a decir “let’s spend the night togheter” (sooo hardcore). Pero a diferencia de los Beatles, que supieron elegir el momento para retirarse con dignidad, los Stones decidieron seguir machacando la misma escala pentatónica durante las siguientes cuatro décadas y media (mas lo que duren todavía), convirtiéndose en la versión isleña del Tri pero con mejor show y mayor posicionamiento dentro de la industria musical (baste decir que una de las revistas más vendidas y malolientes del medio lleva su nombre: Rolling Stone). Aunque son creadores de un par de composiciones francamente geniales, los Stones han pasado a la historia más por su relevancia social (en su momento) y su durabilidad (que Energizer envidia) que por su música. La prueba de que apestan es cualquiera de sus discos de éxitos: excepto los fanáticos del ala dura, nadie es capaz de escuchar todas las canciones seguidas.



3. Oasis

 
Esta banda de Mánchester ni siquiera debería figurar en esta lista, ya que en pocos años será completamente olvidada y (por suerte) no quedará nada de ella. Tal vez por ahí sobreviva un cover estilo Sanborns de Wonderwall que sonará de fondo mientras compras en el súper, pero más allá de eso ni las cenizas. No bastó su monumental pedantería, ni sus patéticas y de risa loca comparaciones con The Beatles, ni los aburridos pleitos cuasi maritales entre los hermanitos Gallagher para que este ejemplar del brit pop noventero permaneciera en la memoria musical del mundo. Al final, al parecer, Blur les ganará la partida.



2. The Doors

Si no eres un preparatoriano rebelde o un forever motochelero abstente de escuchar a esta banda, que si bien elaboró algunas piezas memorables (The End, People are Strange y alguna más), la mayoría absoluta de su música es repetitiva, plana y complaciente. Creyeron que Morrison y su carisma eran suficientes para colocarse en el paraíso del rock. Sí, Jim era una especie de iluminado sesentero capaz de excitar a muchachitas y muchachitos por igual, pero su insoportable tendencia a cantar todas las canciones con la misma melodía y lo pretencioso de sus “poemas” lo desenmascaran hoy que el efecto sexoso ha pasado. Manzarek, Krieger y Densmore no eran malos músicos, de hecho poseían un feeling del que la mayoría de las bandas actuales deberían aprender, pero el éxito empañó su autocrítica y se volvieron rápidamente complacientes y monótonos; como prueba están las canciones que hicieron tras la muerte del Rey Lagarto, No me molestes mosquito y demás bodrios dignos de un comercial de cocacola. De hecho, si Morrison no hubiera estirado la pata a los 27 años para unirse al famoso “Club 27” al que pertenecen luminarias como Jimi Hendrix y Kurt Cobain, The Doors no hubiera tenido la repercusión histórica que ha conseguido. Como dicen por ahí, si el sexo no vende, la muerte lo hará.



1. U2

A menudo me pregunto por qué la gente escucha a U2. No logro comprenderlo. Bono es una de las personas más detestables del planeta, y no sólo por su vanidosa personalidad que se piensa salvadora del mundo y arcángel de los desvalidos (a los que suele tranzar para aumentar su nada despreciable fortuna), sino porque los poderosos lo apapachan a donde quiera que va, los “medios de comunicación” lo fotografían sin cesar como si fuera chica guapa y hay que soportarlo hasta en la sopa (Across the Universe pudo ser una película decente si no lo hubieran incluido en su repertorio). Siguiendo la política de los Stones y el Tri, U2 continúa sacando discos que sus aborregados fans compran como maná industrializado (aunque ya no contengan ni un ápice de la energía que caracterizó a la banda en sus muy lejanos inicios), y seguirá sacando discos mientras estén vivos porque el dinero es lo más importante, no la música. Si en verdad fueran músicos comprometidos se hubieran retirado desde inicios de los 90, dejando Achtung Baby como testimonio y testamento que, entonces sí, merecería respeto. Pero no, la lana es primero. Para acabarla de amolar, las revistuchas musicales de la industria repiten y machacan e insisten que el cuarteto irlandés es una de las mejores bandas de la historia, cuando lo mejor que han hecho es aparecer en Los Simpson.