Por Taddeus Sapolthah
undécimo
grado
Media
Einstein
Cuando en
2340 el hombre se estableció en Júpiter, ya había aquí todo lo necesario para
su supervivencia: las plantas crecían con esplendor y los animales necesarios
pululaban. Los animales clasificados como peligrosos se encuentran sólo en los
zoológicos, y entre ellos podemos citar a la mosca (insecto) o a la rata
(mamífero). La maestra Swalpich nos llevó una vez a ver la rara especie del
tigre, felino mítico.
Pero para que el ser humano pudiera habitar
este hermoso planeta hubieron de pasar varias cosas. Primero, en 2099, el
doctor Lars Floydd dijo que Júpiter podía ser habitable, ya que se encontraba
en la etapa de "caldo productivo hidrocarbúrico", y que sólo con
soltar "semillas de vida" (bacterias, animales unicelulares, hongos,
algas azules) en un siglo el planeta sería habitable. Incluso la atmósfera
sería perfecta, su espesor crearía un efecto de invernadero que mantendría a
todos calientes a pesar de la lejanía del Sol. La gravedad se combatiría con el
"gravetón", aparato muy complicado que mantiene a la superficie de
Júpiter con la misma gravedad de la Tierra.
Alentados por esto, en 2145 la Confederación
Terrestre acordó poner en práctica el "Proyecto Floydd" (de esta
manera se tendría otro planeta habitado después de las colonias en Marte), y a
través de sondas artificiales se regó al planeta con las semillas de vida. Pero
aquí los científicos se encontraron con que Júpiter tenía fauna propia. Unos
seres muy diferentes a los hasta ahora conocidos (aparte de los Wluax, nuestra
raza aliada del Sistema de Arturo, claro), compuestos de hidrógeno y helio,
principalmente, que habitaban en las densas e interminables nubes del planeta.
Antes de que las semillas destruyeran la
vida original, los hombres de ciencia lograron clasificar a los seres que aquí
existían de la siguiente manera:
Heliotropos, compuestos casi en su
totalidad de hidrógeno. Estos seres se alimentaban de depósitos de amoníaco que
se encontraban "incrustados" en las nubes. Su forma era la de una
hélice tridimensional de ocho a diez brazos, se movían en manadas de cien o más
y se les considera inteligentes.
Luego estaban los Alquilocarbónidos, que
eran las especie más reciente y la única que tenían en su composición el
elemento carbono. Tenían forma de esfera perfecta de color blanco. Se
camuflaban fácilmente en las nubes bajas, que son blancas. Se alimentaban de
oxígeno (que era escaso), se movían en grupos de cinco a quince y algunas
teorías indican que tal vez tenían una estructura social elemental.
Siguen lo Acuamonios, que eran anfibios y
tenían forma de lanzadera o cono. Eran cafezuscos y vivían en solitario, se
alimentaban de las concentraciones de electronio, elemento único en Júpiter,
que es efímero y sólo existe cuando se junta mucha actividad eléctrica al borde
del agua. Este elemento duraba (lamentablemente desde que hay vida terrestre
aquí no se vuelve a formar) sólo unos minutos, los cuales eran aprovechados al
máximo por los Acuamonios, que se abalanzaban sobre su alimento, el cual los
nutría por varios días (jupiterinos).
Superiores a todos ellos eran los Cazadores,
seres indiscutiblemente inteligentes que se alimentaban de las especies arriba
mencionadas. Tenían una forma aerodinámica de pirámide de cuatro lados; con su
afilada punta rompían a sus víctimas, y una vez muertas éstas, succionaban sus
nutrientes a través de una membrana que tenían en su base. Eran miméticos,
solitarios, veloces y caníbales. La competencia entre ellos mismos ocasionaba
que su número nunca fuera excesivo. Es muy famoso el holovideo que la sonda
Hulwx III captó, en la que un Cazador ataca a un grupo de Heliotropos; tras una
breve persecución en las rojas nubes, logra hacerse de dos víctimas, pero
cuando se prepara para deglutirlos aparece otro Cazador y le disputa su trofeo.
Los Cazadores luchan a muerte y el vencedor se alimenta de los Heliotropos y de
su fenecido rival.
Finalmente están los Exoneones, criaturas
casi transparentes que eran numerosísimas y de tamaños y formas muy variables.
Los Exoneones se alimentaban de argón e hidrógeno puro y su vida era muy breve.
Los Cazadores no los atacaban porque su composición no los nutría, por lo
tanto, proliferaban en cantidades exorbitantes. Se movían en enormes manadas de
varios miles y al observador incauto le parecerían más bien una nube en
movimiento.
Todos estos seres se reproducían de la misma
manera: dejaban un "comprimido" (equivalente al huevo en los ovíparos)
de materia reposar en las nubes de helio, las cuales alimentaban al
"comprimido" hasta que el nuevo ser nacía, ya con tamaño normal. Los
Exoneones podían poner hasta quince "comprimidos" al día, mientras
que los Cazadores, por ejemplo, sólo lo hacían dos veces al año.
Otros científicos afirman la existencia de
otros seres llamados Poligases, que eran transparentes en su totalidad y que se
alimentaban de los "comprimidos" y de los cadáveres que los Cazadores
dejaban. No se ha podido comprobar la existencia de los Poligases, pero eso
explicaría el por qué no todos los "comprimidos" llegaban al estado
adulto.
Pero eso pasó hace mucho tiempo, y aunque
ahora nos fascinen los seres de Júpiter, ellos ya están extintos y el hombre
habita ahora este enorme planeta. Del 2145 hasta el 2270 duró la aclimatación
de nuestro mundo. Los seres originarios murieron poco a poco en los primeros
veinte años. En 2285 la primera colonia se estableció y de allí se expandió la
Humanidad hasta conquistar todo el planeta. Como todos sabemos, en 2200 gran
parte de la atmósfera se solidificó y cubrió el eterno mar original. Así, el
69% de la superficie de Júpiter es tierra. Esta extensión es diez veces mayor
que la de la Tierra. En nuestro planeta cupieron todos los hombres que se
hacinaban en el mundo originario y los que estaban hartos de vivir en las
rotantes ciudades espaciales o las incómodas colonias en Marte. Aquí la
naturaleza es generosa, el suelo rico en materiales pesados, el mar lleno de
especies comestibles y animales y vegetales suficientes para alimentar a toda
la Humanidad en los próximos mil años.
Nosotros aquí en Media Einstein, nuestro
alegre pueblo, hemos aprendido que el Hombre es inderrotable y que su destino
es el de conquistar el Universo. Ningún otra especie nos podrá rivalizar. Por
otro lado, no es nuestra culpa la casi destrucción de la Tierra. La guerra de
2305 entre los terrícolas y los jupiterinos (encabezados por los separatistas
de la República de Nuevo Júpiter) logró nuestra independencia del mundo
originario. Y la guerra de 2323, en la que la mitad de la Tierra quedó
destruida por los bombardeos nuevojupiterinos, fue empezada por ellos, nosotros no tuvimos la culpa. Pero se
firmaron los tratados Lhuna-Titán, con los que la Humanidad quedó unida para
siempre, desde entonces no ha habido guerras internas, y nunca más las habrá.
Hoy Júpiter es la fortaleza de la Humanidad,
y será la base para la conquista del Universo. Porque como lo dijo nuestro gran
líder Monh Khan: "el Destino del Hombre es ser el rey de todo el
Cosmos". Y sus palabras son una profecía que las nuevas generaciones
cumpliremos.
Calificación que obtuvo Taddeus: 8. La maestra Swalpich
comentó: "buen trabajo, pero Taddeito se extendió demasiado en el área de
los habitantes primigenios. Sé que es un tema que lo apasiona, pero debe de
aprender que nuestra visión central es el Hombre y su Destino, y no los
gaseosos seres que antes aquí existieron".