Hermanos y hermanas, hoy todos somos hijos del
desencanto moderno versión mexicana. Nada funciona bien en este país de las mil
tranzas. Pasan los años y seguimos en crisis. Pasan gobiernos y todos resultan
peores que los anteriores. Nadie cree ya en soluciones verdaderas ni en cambios
que mejoren nuestro nivel de vida. Nadie cree ya en los políticos ni en sus
promesas azucaradas. Estamos cansados, hartos y un poco mareados.
¿Por
qué votar por alguno de los tres candidatos y medio que postula la
partidocracia? Las opciones que tenemos los ciudadanos
mexicanos son tan patéticas y dañinas que suena
lógico abstenerse o anular para no convalidar el abyecto sistema que nos
gobierna —se podría pensar—. De todas formas, decimos algunos, votes, anules o
no votes es lo mismo: ellos deciden quién gana por las buenas o por las malas,
si no queda el candidato que desean los dueños del país se recurre al fraude; así
ocurrió en 1988 y de nuevo en 2006. ¿Para qué preocuparse entonces? Dediquemos
nuestro tiempo al trabajo, la familia, la fiesta, qué sé yo, pero no lo
perdamos escuchando las mentiras de los candidatos ni yendo a votar ese
domingo.
Sin embargo hay un hecho que es imposible
refutar: lo que se decida en las próximas elecciones afectará los siguientes
seis años de nuestras vidas. Aunque en el fondo no haya mucha diferencia entre
Josefina Vázquez, Enrique Peña o Andrés Manuel López, los detalles en los que
difieren serán cruciales para nuestro futuro mediato. Vázquez ofrece más de la política fracasada del PAN. Peña es un represor y un priísta a la antigua: sin ideología, sin moral, sin el mínimo interés en los mexicanos. López ha perdido bonos, ya sea por demasiado radical o demasiado medroso. Pero no son iguales, ni gobernarían igual. ¿Qué hacer? ¿Anula y dejar que Dios, o el azar, o Televisa decidan al fin que todo vale madre pero al menos no legitimamos su circo? ¿Votar y hacer campaña a favor de alguno de los tres personajes y medio (cuánto a que Quadri se baja a favor de Peña antes de julio) porque a lo mejor sí cumplen y nos comienza a ir mejor? ¿No hacer nada y olvidar que existe la política y el gobierno? ¿Escapar a Islandia?
¡Estamos atrapados!
1. Si votar no sirve de nada, bajo la misma lógica anular
tampoco.
2. Anular le quita legitimidad a la elección, pero los políticos en estos días no están muy preocupados por la legitimidad.
3. Votemos o no la partidocracia continuará alimentándose de nuestros impuestos.
3. Votemos o no la partidocracia continuará alimentándose de nuestros impuestos.
4. Si votamos o anulamos pero gana Peña quedará comprobado que ahora Televisa es el único elector real.
5. Si votamos no toman en cuenta nuestro voto, si anulamos ayudamos a que el voto corporativo y el voto duro elijan al presidente.
¿Entonces?
Respeto a quienes creen en la vía
electoral, respeto a quienes invierten su tiempo y hasta su dinero en apoyar
una opción (como ocurre con el Morena formado por López) porque consideran que
la vía pacífica (y dentro de los cánones legales) es la única válida y
civilizada, pero ¿es realmente la única opción? ¿Es la más efectiva? ¿Funcionará?
Personalmente
pienso votar por el que considero el menos peor por la sencilla razón de que no
quiero a ninguno de los otros dos en Los Pinos el siguiente sexenio de mi vida.
Pero el engaño es que votar sea la única forma de incidir en la forma de
gobierno de nuestro país. Por eso considero estéril el debate en torno al voto
nulo: anular es votar, es participar
aunque sea para decir que no nos gusta participar. Quedarnos en eso resulta
inútil, no nos ayuda en nada.
Si
obligáramos a los partiduchos políticos a trabajar para nosotros otro gallo nos
cantara. Si obligáramos al gobierno a proteger los intereses de México y no los
de Washington no tendríamos nada qué envidarle a los brasileños. Si obligáramos
a los grandes empresarios a pagar impuestos, otorgar salarios y prestaciones dignos,
respetar el llamado "medio ambiente", invertir el dinero en México y
no llevárselo al extranjero, etcétera, viviríamos mejor. Con un simple voto no podríamos
conseguir todo esto. ¿Cómo entonces? Joder, somos más de cien millones, si
todos salimos a la calle y/o pacíficamente tomamos las oficinas de todos los
gobiernos y/o realizamos una huelga general y total, los "de arriba" tendrían
que ceder.
Pero
mientras no estemos conscientes de que el poder de la mayoría es el verdadero
poder, y mientras no lo ejerzamos, sólo nos queda votar o no, aguantar la jeta de
Peña en cada rincón posible, aceptar que Televisa es el dueño de México y
apretarnos el cinturón y las ideas otros seis años y luego otros seis y otros
seis y otros seis...
De juaritos City, un comentario, un opinión en fin. Para compartir andamos.
ResponderEliminarhttp://www.nortedigital.mx/article.php?id=9647