Soy ombligo en el que todo comienza y termina:
soy un surfeador de la paradoja, amante de lo ambivalente, corazón de niño
hinchado de veneno. Soy un traidor glorificado, asesino de confianzas, violador
de inocencias, destructor de familias y amistades. Soy un nuboso obrero de la
palabra, disciplinado en mi indisciplina, soñador y con dedos que vuelan sobre
el teclado. Soy pequeño, frágil y huraño, soy el amanecer y la conciencia. Soy
tan fuerte que cobijo a otros bajo mi ala, inspiro a almas puras y alecciono
intenciones extraviadas. No soy el guerrero soñado por mis padres ni el amigo
perfecto deseado por mis aliados, soy una corona de fuego que gira con furia
mientras flota suavemente. Viajo por mi propio sendero. Me alimento de sueños
que condimento con música y libros. Soy una mota de polvo de estrella que a
veces se enreda con sus propias piernas. El mundo es frío y su vez chicloso.
Nadie da un peso por ti, pero todos están dispuestos a adorarte si te creen
superior. El poder da color, da sabor, enchila, irrita, explota, y al final
todos terminamos igual: muertos.
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Pipicacamoco.