Abro los ojos. Aún es de noche.
Estoy acostado frente a un bosque de máscaras, me acerco. Los rostros de la
tragedia y la comedia se encienden como calabazas en Noche de Brujas. Me pongo
de pie, las máscaras me apuntan con sus cuencas llameantes.
Otros
durmientes se sacuden el polvo y se acercan. La entrada del bosque exhala dos
bocanadas de negrura.
Avanzamos
en fila india y nos internamos en la arboleda. Un sonoro gruñido de tripas se
escucha como el aullido de un lobo. Noto demasiado tarde que me rodea una
muchedumbre de sonámbulos. Los árboles se cierran como dientes, nuestros rostros
son hogazas de pan que se desmoronan; hasta que la máscara se desprende de la
máscara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Pipicacamoco.