16 julio, 2012

Máscaras



Abro los ojos. Aún es de noche. Estoy acostado frente a un bosque de máscaras, me acerco. Los rostros de la tragedia y la comedia se encienden como calabazas en Noche de Brujas. Me pongo de pie, las máscaras me apuntan con sus cuencas llameantes.

                Otros durmientes se sacuden el polvo y se acercan. La entrada del bosque exhala dos bocanadas de negrura.

                Avanzamos en fila india y nos internamos en la arboleda. Un sonoro gruñido de tripas se escucha como el aullido de un lobo. Noto demasiado tarde que me rodea una muchedumbre de sonámbulos. Los árboles se cierran como dientes, nuestros rostros son hogazas de pan que se desmoronan; hasta que la máscara se desprende de la máscara.

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