29 mayo, 2012

CRÓNICAS 68/#132


Por Gil Fontanero

AL PRINCIPIO

Nunca ha habido otro comienzo que éste de ahora,
Ni más juventud ni vejez que éstas de ahora,
Nunca habrá más perfección que la de ahora,
Ni más cielo ni infierno que los de ahora

Walt Whitman, Canto a mí mismo
1968
2012


Tenía clase de física a las siete de la mañana. Al llegar a la prepa me topé de frente con un camión incendiado. Era el 27 de julio del 68 y yo estudiaba en San Ildelfonso, tenía 16 años y aún creía que los héroes nunca perdían. Entré por la puerta que dos noches después el ejército iba a destrozar de un bazucaso y me hallé en el corazón del Movimiento. Hoy soy, 44 años después, #132.

Estamos de vuelta, somos los mismos y con la misma esperanza: que México alcance la dignidad que se merece.

Eso de que envejece el cuerpo y no la mente, que la juventud es algo que se lleva en el corazón y no en el calendario, es parte del deseo de no morir, mas es falso: con el tiempo uno embarnece, uno se deteriora, la energía queda regada en el camino. Con los años, si se tiene la fortaleza de no dejarse convencer por los hombres grises, se puede alcanzar, no la juventud eterna, sino algo de sabiduría. Por eso ya no me da por el futbol sino por la serena reflexión; ya no camino las calles con mi pancarta y grito con mi ronco pecho, sino que observo a la nueva raza llenarse de espíritu, del verdadero Espíritu, ese que se revuelve en las aguas del principio de los tiempos y crea nuevos mundos.



132 es el nombre de un nuevo planeta, un planeta que nació en el 68, un nuevo planeta habitado por una nueva especie con la voluntad superior de dejar atrás tanta imbecilidad de guerras y poder, una nueva especie que ya superó con sólo dar un primer paso, la agria telenovela de la derrota humana.

Escribo desde las montañas del centro de mi país, México, y escribo estas crónicas como uno más de los 132, que es un número ideal donde caben todos los números. Es la crónica de un triunfo anunciado.

En las mañanas del 68, en plenas lluvias, del lodo y del fuego se forjó una ilusión, se dio a luz con voz y sangre una semilla, semilla que ahora es árbol y busca ser el eje de un Nuevo Mundo. La antigua Ceiba de los mayas por donde una vez más bajan los dioses a susurrar en el oído de la mas reciente generación: yo también soy 132.

Se cumple la cábala, la profecía: nacerá la vida de la vida.


Ayer en la noche vi los 132 videos y soñé el sueño de aquel mago Rey, cuando soñó que el río ya no apestaba, que había sido enterrado el miedo, que los señores de la noche se habían diluido con la noche, y en el viejo Teotihuacan nacía el día.

Pero no todo es retórica, 132 es también el número de la inteligencia, de la reflexión. Por eso esta mañana me he puesto a comparar lo que vivimos los jóvenes de hace 44 años con lo que se vive hoy, y esta es la razón por la que escribo estas líneas, donde pretendo contrastar las circunstancias históricas y estratégicas entre 68 y 132.


En el 68 fui infantería, uno más con la boca tapada por un esparadrapo cuando el silencio recorrió Reforma y llenó el Zócalo, el silencio como una palabra que todo explica. Hoy también soy infantería, y aunque hablo al escribir, sigo en silencio, pues de lejos y de cerca se escucha el respirar de los jóvenes.


LAS DIFRENCIAS ESTRATÉGICAS ENTRE EL 68 Y EL 132
-Primer parte de muchas-

Disculpen el tono académico de lo que les voy a compartir, pero la palabra tiene su ley. Así que una vez advertidos ahí les va el rollo:

El objetivo del 68 visto en perspectiva fue muy claro: que el Estado mexicano alcanzara la plena democracia. Que lo que habíamos avanzado y crecido como nación se tradujera en un Estado moderno.

Los jóvenes de entonces éramos producto de un largo proceso que había transformado a México en un país urbano. La economía crecía, las instituciones se fortalecían, había estabilidad política, y con ello había madurado el tiempo para que la dictadura de un partido diera lugar a una verdadera democracia. El Consejo Nacional de Huelga presentó un pliego petitorio de seis puntos, que al avanzar el Movimiento se concretó en uno: Diálogo Público. La necesidad de exigir flexibilidad y apertura brotó de lo inconciente colectivo, de la reflexión, del viento de la historia, o de todo eso a la vez.



El Estado mexicano en el 68 tenía estructura y poder. El Presidente (así con mayúsculas) era la punta de un trompo que giraba con fuerza. Dentro del PRI la mayoría de los poderosos o que pretendían serlo tenía una mesa para ponerse de acuerdo y ajustar las cuentas. El PRI era como una cebolla. Para pasar de una capa exterior a una central había puertas anchas y estrechas, mas todas se abrían por dentro. En cada capa había uno o varios salones de juego donde el ajedrez o el póker de la política acomodaba el país a sus intereses. En el central, presidido por el dueño de la Silla, se jugaba en absoluto secreto el Juego Maestro. Ahí terminaban los hilos bien tensos que amarraban en una apretada red todo el país. Fue en esa mesa que decidieron Tlatelolco.

En los sesentas el estado unipartidista mantenía un control social y político absoluto. Nada se publicaba en los medios sin que pasara por la censura; los sindicatos estaban copados por dirigencias cómplices; los militares observaban una disciplina de hierro. Ni una brizna de hierva se movía sin que los vigilantes se enteraran; no había noticia que no fuera maquillada a la conveniencia de la realidad oficial; el país se hallaba dentro de un muro que todo filtraba.

Por diversas y complejas razones, desde la presión social, el desarrollo tecnológico, la incapacidad de mantener una economía ascendente, los cambios en la aldea global, el rodar de la cultura, el Tao, y mas puntos que podríamos agregar, el estado tuvo que ceder espacios y hoy ya no tiene las llaves en la mano. En el 68 desde el primer día hubo violencia, arrestados, desaparecidos, bombas molotov. Hoy tienen las manos atadas y los chavos se mueven libremente.



En el #132 los jóvenes son producto de una larga crisis y frente a ellos hay un estado fallido en todos los sentidos: seguridad, educación, economía, ecología, un estado carcomido por la corrupción, con instituciones desgastadas e inoperantes, por ello es que su objetivo es que México recupere su dignidad y se ejerza la democracia.

Ésta es a mi juicio la primer y más importante diferencia estratégica entre el 68 y el #123, la calidad del estado al que nos enfrentamos. Esto determinará en buena medida el resultado del movimiento. Si con el apoyo de los jóvenes se derrota claramente al PRI en las elecciones, a lo que se apunta es a un verdadero cambio de régimen, a cerrar el doble círculo, el que se abrió con la revolución del 10 y el de los neoliberales que arrancó con De La Madrid, para inaugurar un nuevo México a la medida de lo que ahora somos. 

Condiciones del Estado mexicano
68
#132
Estado estructurado y fuerte
Estado Fallido
Instituciones en crecimiento
Instituciones nulas
Control político total –presidencialismo-
Fragmentación del poder
Control de los medios y de la violencia institucional
Sin capacidad de controlar los medios independientes ni el mundo de la Internet.
Imposibilidad de usar la violencia institucional contra el movimiento

Desde las montañas del centro de México, Gil Fontanero, servidor de ustedes.

(continuará)



Nota de prensa de aquellos años:
■ Informes policiacos hablaban de conjura
Gustavo Castillo García

“Al momento son siete los estudiantes muertos y 500 los heridos a manos de la policía. Por lo que piden la destitución del jefe y subjefe de la policía, así como la derogación del artículo 145 constitucional (sic)”, reportaba el 29 de julio la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), de la Secretaría de Gobernación. Los choques con la policía se habían prolongado ya tres días en la zona del centro de la ciudad conocida como el barrio estudiantil.
Desde la noche del 26 de julio la violencia se había extendido a las calles de Brasil, Donceles, Justo Sierra, Argentina y El Carmen, quedando en medio el edificio de San Ildefonso, donde estaban las preparatorias 1 y 3.

1 comentario:

Pipicacamoco.