27 marzo, 2011

Röyksopp en Six Flags, la pura buena onda


Estaba en mi casa haciendo el mandado, todavía indeciso en si ir o no al concierto de Röyksopp, un dueto noruego medio fresón (para que vean que no todos los grupos de allá queman iglesias y le rezan al Señor de las Tinieblas), pero con buen punch, bailable y cuyos videos pasaron de noche en los años perennes del milenio dos (menos el de Poor Leno, el video del osito polar que todo mundo recuerda). En esta ocasión además vendrían con Anelli Drecker, la vocalista de Bel Canto (que aunque ya está señora todavía sigue siendo la mamá putativa de Dolores O'Riordan), otro de mis amores platónicos.

Después de comprar el último kilo de jitomates, seguí esperando la llamada de la chica de Twitter que me iba a vender los boletos (lo que nunca pasó). A eso de las 5 decidí lanzarme a la aventura a ver qué salía, tenía el plan maquiavélico de asaltar a un revendedor o a unos hijos de papi o ya de plano internarme en el cerro del Ajusco, cual guerrillero del Frente Sandinista para colarme sin pagar.

Por suerte todavía alcancé boleto hasta en la zona preferente, lo cual estuvo genial porque alcancé lugar en la valla sagrada que está antes del escenario (lugar codiciado por los adictos a los conciertos). Al principio me sentí un poco fuera de lugar entre tanta gente bonita y con varo, hasta pensé que me iban a correr por no tener iPhone, pero después de la primera media hora me mimeticé entre la generación touch.

Aprovecho este espacio para quejarme de la pinche desorganización: ouch. Y es que se supone que el concierto comenzaba a las 9 y a las 10 y cacho apenas empezaron a tocar los teloneros: Timothy Brownie, que sorprendieron a más de la mitad del público porque los confundieron con Röyksopp (cosa que me dio mucha risa. Moraleja: si vas a un concierto al menos tómate la molestia de googlear a la banda que vas a ver; digo, sentido común mis chavos). No tocaban mal, pero sonaban a esas bandas que tocan en programas nocturnos de revista musical cada vez que se van a comerciales.

Por ahí de las 11 y algo, Brundtland, Berge y demás banda salieron al escenario con una energía próxima a la emitida por Daft Punk (pero tampoco exageremos). Y la fauna nocturna que se reunió esa noche en el teatro chino del otrora Reino Aventura estalló como si hubieran estado esperando ese instante desde que sacaron su primer disco (pero la neta es que ya les había hecho efecto la cerveza de 60 pesos).

Yo y la chavita que estaba a lado de mí veníamos solos, cada quien en su planeta, pero totalmente energizados en el momento en que empezaron a tocar Remind me. La neta qué buena rola. El repertorio de Röyksopp es muy heterogéneo, como se pueden soltar con una baladita tipo Pimpinela, pero con sintetizadores, pueden saltar a una pieza más dance como The girl and the robot.

Poor Leno, What else is there? y Only this moment; según mi muy esquizofrénico punto de vista, fue lo mejor del concierto. Sólo ese momento y después la noche nos tragó a todos, y colorín, colorado, pinche microbusero nos bajó en la parada del Metrobús Perisur, que a esa hora ya estaba cerrada.

PD: Una disculpa para la chica que estaba atrás de mí, a quien le di un codazo por la euforia del momento.




Röyksopp - Only This Moment from Tucker Monticelli on Vimeo.

2 comentarios:

Pipicacamoco.